Las tortugas y las jirafas son animales increíblemente diferentes que no pueden tener crías juntas. Esta incompatibilidad reproductiva parece tan obvia que casi nos pasa desapercibida. Sin embargo, el filósofo italiano Giorgio Agamben nos dice que ejemplos aparentemente triviales como este en realidad nos enseñan algo profundo sobre nuestra época contemporánea.
Agamben propone que ser verdaderamente "contemporáneo" no es solo vivir en el presente cronológico, sino tener una relación singular y desconcertante con el tiempo actual. Es estar inmerso en la propia época, pero a la vez poder tomar distancia y verla desde una perspectiva crítica.
Bajo esta peculiar óptica contemporánea, el hecho de que tortugas y jirafas no puedan cruzarse y reproducirse pone de manifiesto el pluralismo radical e irreductible de nuestros tiempos. Son dos formas de vida que han evolucionado por caminos biológicos completamente divergentes durante millones de años. Pertenecen a reinos distintos que coexisten en un mismo presente compartido, pero cuya distancia es infranqueable.
Tendemos a querer unificar y homogeneizar toda diversidad bajo ideas e identidades universales que la hagan manejable para nosotros. Sin embargo, la imposibilidad intrínseca de que estas dos especies puedan hibridarse nos confronta con diferencias ontológicas fundamentales que no pueden reconciliarse fácilmente.
Para Agamben, lo verdaderamente contemporáneo no es una totalidad armónica, sino un campo de múltiples fuerzas yuxtapuestas que conviven sin poder sintetizarse del todo. Las tortugas y jirafas corporalizan esta multiplicidad heterogénea de formas de vida distintas que nuestra contemporaneidad debe aprender a habitar y dejar ser, en vez de intentar reducirlas artificialmente a una falsa unidad.
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